jueves, 19 de noviembre de 2009

La increíble estrategia mediática de Cerisola



En su afán por alcanzar la reelección el año próximo, el rector Juan Alberto Cerisola echó a todos los secretarios que responden políticamente a la actual vicerrectora María Luisa Rossi de Hernández y también realizó cambios a nivel de direcciones. Tal vez preocupado por el manejo de su imagen, Cerisola dispuso que la estratégica Dirección de Relaciones Institucionales quede en manos del periodista Alejandro Díaz, vaya elección. Díaz, más conocido como “Jade” por su reconocida predilección por Luis Alberto Spinetta.
Antes de acceder al cargo, Díaz se desempeñaba en la redacción del semanario amarillista El Periódico como segundo del responsable editorial, Koly Bader. Desde tan importante cargo, por el cual cobraba por debajo de la mesa para no aparecer en los papeles, diseñó el programa de ajuste en la publicación de Alberto Llaryora, otro empresario con pergaminos más que oscuros. Desde las sombras, y amparado en los fueros gremiales que con inteligencia supo mantener para actuar como una especie de agente encubierto, señaló con el dedo a quienes debían dejar sus trabajos. Trabajó en perfecta sintonía con Bader y los testaferros de Llaryora.
Cuando Cerisola comenzó su campaña purificadora en el Rectorado, recibió la sugerencia de nombrar a Díaz en Relaciones Institucionales y aceptó el consejo. El periodista, ex integrante del Partido Comunista, en realidad forma parte de un equipo que comanda Julio Valenzuela, periodista desocupado y con antecedentes nefastos, tanto laborales como síquicos, que le impiden estar al frente de cualquier emprendimiento serio. Inclusive armó una espantosa operación de prensa anunciando su desembarco en Canal 10 como representante de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT). Demás está decir que nadie creyó la versión pergeñada por el por el propio Valenzuela con la anuencia de algunos sitios webs.
Más allá del onírico futuro que Valenzuela imagina para sí, junto con Díaz y tal cual lo hicieron en El Periódico, comenzaron con una tarea que les reporta una enorme satisfacción, limpiar gente. Valenzuela fue un entusiasta cultor de este sistema de disciplinamiento hasta que por sus alteradas facultades mentales ni siquiera en El Periódico pudieron aguantarlo y no quedó otro camino que despedirlo.
Rápidos con la lapicera, armaron una lista que tuvo sus primeras víctimas a periodistas como Angel Suárez (se quedó sin programa en Radio Universidad) y Diego Espert. Además, personal como Monica Moya fue desplazada para que “Jade” Díaz ocupe su lugar, y por supuesto armaron un festival de designaciones de acólitos suyos, además de lograr un generoso aumento del presupuesto y de no perder la costumbre de armar campañas sucias para difamar a quienes dejaron sus cargos. La última novedad fue el boicot para el ingreso de Roxana Bazán a Canal 10.
Hábiles para moverse en las sombras, es poco probable que la comunidad de la UNT conozca quiénes están al frente de la campaña mediática de Cerisola para asegurarse otros cuatro años en el Rectorado. Personajes de dudosa reputación y con pésimos antecedentes.

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